Mientras el presidente Donald Trump iniciaba en la Casa Blanca un berrinche que aún no termina, en un lugar muy lejano de Estados Unidos se iniciaba una fiesta. En el sur de la India, en una aldea llamada Thulasendrapuram, el pueblo observó fascinado una aureola de fuegos artificiales en el cielo, y acudió al templo para dar gracias.por el acontecimiento.

Hace más de cien años, el abuelo de la mujer que ganó las elecciones para llegar a ser la primera vicepresidenta de la nación más poderosa del mundo, salió de esa pequeña aldea en la India y estudió en Estados Unidos a mediados del siglo pasado, para convertirse e investigadora de cáncer de pecho. Hoy su hija se apresta para ser la primera mujer con el segundo cargo más elevado de la nación, y llevar los valores de la India -vida interior, respeto- al todos los rincones del país y al resto del mundo.

«Felicidades, Kamala Harris, orgullo de nuestro pueblo». Esa leyenda se repitió en grandes cartas multicolores que se colocaron en las puertas de todas las casas.