Hay muy pocos casos en la historia política de las naciones en los que un gobierno sale a contradecir sus propios dichos. Y eso ha sucedido con el gobierno de Estados Unidos, presidido por Donald Trump. Después de que el presidente declaró en muchas tribunas que la pasada elección presidencial estuvo manchada por el fraude, el Departamento de Seguridad Nacional salió a decir el pasado jueves que «la elección del pasado 3 de noviembre fue la más segura de la historia del país», y que «no hay ninguna evidencia encontrada de votos perdidos, borrados, cambiados o comprometidos en ningún sentido».
La declaración fue hecha por la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad, que es parte del Departamento de Seguridad Nacional. La declaración de la Agencia apareció poco después de que Trump dijo en su twitter que una compañía electoral había borrado y cambiado votos que estaban a su favor.
Lo sucedido es una confrontación escandalosa, sobre todo tratándose de un desmentido del jefe de Estado del país más poderoso del mundo. Pero tratándose de Donald Trump, que va de salida, el mundo ya se acostumbró a sus escándalos.