Hay regiones en el mundo donde la guerra no cesa. Y ahí, curiosamente, los restos de las culturas más antiguas se convierten en viviendas para los desplazados. Eso es lo que sucede en el noroeste de Siria, en el sitio arqueológico de Abu-Kfeir, donde familias de refugiados han llegado a protegerse tras los muros que detienen el viento y les sirven de guarida nocturna tanto para los hombres como para sus animales. Se trata de sitios históricos que se remontan a los periodos helenístico, romano, bizantino y otomano. En años más recientes, desde que el gobierno sirio comenzó a atacar esa agreste zona -habitada por rebeldes-, decenas de familias han aprovechado las piedras olvidadas para construir nuevas viviendas. Son refugios endebles ante los bombardeos, pero que protegen ante las tormentas.
La región sigue aún fuera del control del Gobierno del Presidente Bashar al-Assad.
El gobierno sigue pensando -por error y propaganda- que se trata de una zona habitada por rebeldes, pero en realidad se trata de familias pobres de refugiados.