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Aquí tengo una buena parte de mi vida

Entrevista con Elena Fortes, Directora General de Ambulante.

¿Cómo fue que te integraste al trabajo cinematográfico?

Después de andar picando piedra por distintos estudios diferentes al cine, mi mamá sí se dedicaba al tema del cine, la televisión y los videos, y yo la acompañaba a los festivales de cine. En un festival de Guadalajara, cuando yo tenía 22 años, conocí a Diego Luna, que estaba planeando fundar una compañía productora y llevar a cabo un festival itinerante, y ahí fue cuando me integré al equipo. En el año 2005 ya teníamos lista la asociación. Los demás socios del proyecto, Pablo Cruz, Gael García Bernal y Carlos Meza, se reunían en torno a diferentes líneas de acción, y yo apoyaba a Carlos en Ambulante, que fue el primer proyecto en llevarse a la práctica. La cosa es que Carlos se fue antes de la primera edición de Ambulante. Y como yo estaba ahí, trabajando en ese proyecto, pues los demás me seleccionaron para dar un salto quántico. Entonces pasé de asistente de dirección del Festival a Directora General del proyecto, y esa fue mi primera incursión en el campo del cine. Empecé como autodidacta de la gestión cultural; eso me permitió rodearme de gente que no necesariamente viene del cine, y eso se refleja en la audiencia que tenemos. Ahora soy parte del Consejo Directivo, soy socia de la organización junto con Pablo, Diego y Gael, y soy su Directora General.

¿Qué es Ambulante para ti?

Ambulante es gran parte de mi vida, y representa también un gran aprendizaje. En un inicio, Ambulante empezó como un festival de cine, y actualmente es una organización que se dedica a promover la producción, distribución, exhibición y difusión del cine documental; es una herramienta de transformación social y cultural. No solamente queremos difundir documentales, sino alcanzar un cambio social detonado por los documentales. Tenemos dos proyectos principales, el Festival Itinerante de documentales, y Ambulante Más Allá, que es un proyecto de formación y capacitación en cine documental.

 ¿Piensas que el documental es una herramienta de cambio social?

Sí. Definitivamente. No como una herramienta única o aislada, pero el documental ofrece distintas perspectivas, distintos puntos de vista. Es una apertura. En un contexto como el de México, donde existen muy pocos canales de distribución de documentales, nuestra labor es importante. En ese sentido somos una voz independiente. Por eso no basta la sola exhibición del documental, sino además necesitamos generar encuentros, espacios de reflexión y de debate, involucrando no solamente a las organizaciones de cine, sino a organizaciones sociales, legisladores, autoridades y líderes de opinión. Para poner un solo ejemplo, promovimos el documental Mi vida dentro, de Lucía Gajá, que retrata el caso de una migrante mexicana que fue injustamente encarcelada en Estados Unidos, porque le sentenciaron cadena perpetua por un crimen que no cometió. El caso estaba cerrado, y entonces exhibimos el documental dentro de la gira de Ambulante, generamos espacios de discusión en albergues de migrantes, en el Estado de México –ella es de una comunidad del Edomex-, y finalmente se logró reabrir el caso.

Un caso semejante sería el de Presunto Culpable… ¿Hay casos de documentales de otras naciones que hayan también tenido un impacto para transformar sus realidades?

Sí, hay un documental que probablemente esté nominado para entrar en las listas de candidatos al Oscar que se llama God loves Uganda, sobre los grupos evangelistas en Uganda que promovieron la penalización de la homosexualidad. Con pena de muerte, además. El documental lo realizó un chico muy joven de Uganda, y desde el inicio generó una red pública que protestó por la legislación adoptada por el gobierno, hasta que finalmente se logró tirar abajo la ley. Ese proceso llevó varios años, pero tuvo una resonancia mundial muy impresionante. Es muy probable que ese documental entre en la lista de nominaciones al Óscar. Y si no está, pues debería estar ahí.

¿Tienen ustedes vínculos con organizaciones internacionales que promueven este tipo de documentales?

Sí, ahora con las redes sociales se han desarrollado empresas encargadas de generar impacto social con las películas, y han surgido fuentes de financiamiento para ello. Esas organizaciones son las Impact Producers, productoras de impacto.

Ustedes exhiben documentales mexicanos, sobre la realidad nacional, pero también documentales extranjeros que no tienen nada que ver con nuestro contexto. Pienso por ejemplo en Expedición al fin del mundo, o Buscando a Sugar Man… ¿cómo recibe el público este tipo de documentales?

Nosotros queremos romper el molde que dice que los documentales deben ser forzosamente de denuncia, o tratar los temas ecológicos de protección de los animales en peligro de extinción. Queremos tener un programa lo suficientemente diverso para probar que existe un público para todo tipo de documentales, y que el documental puede ser tan entretenido como cualquier película de ficción que se proyecta en los cines. Además, decidimos que cada año vamos a seleccionar un concepto general para la programación que permeara todas las proyecciones, y que reflejase lo que está sucediendo en México y en el mundo. En 2013 el concepto fue la liberación, pensando en la Primavera Árabe, el Occupy, los indignados, y también cómo se ha liberado el cine de la pantalla cinematográfica; es decir, no sólo la liberación política y social, sino también la liberación del lenguaje documental. Ahí están los llamados Webdoc, que son documentales que aparecen en plataformas interactivas, donde la narrativa se construye con los usuarios de la web. Por ejemplo, Bear 71, sobre el caso de un oso grizzly en Canadá, donde uno se puede meter al mapa donde habitaba el oso. La narrativa es la vida contada desde el punto de vista del oso, pero uno puede hacer click en distintos puntos geográficos y tener datos de la fauna y la flora de la zona, el deterioro ambiental que sufre, y otros temas de ese tipo. Hay una línea narrativa, pero el usuario puede acceder desde distintos enfoques. Es como en los libros de “escoge tu propia lectura”. Hay varios puntos de inicio y varios finales. Este documental, junto con otros, aparece en la sección de nuestra página llamada Ambulante interactivo. Estos proyectos no son desarrollados solamente por personas que tienen una formación en cine, sino que son el resultado de la interacción de cineastas con diseñadores de videojuegos, programadores web, diseñadores gráficos.

¿Cómo respondió el público a esta idea de la liberación? ¿Cómo transmitir la liberación a través del cine?

Pues sí, para mí el cine es una liberación de la rutina diaria, y además hay varios momentos en la gira donde los documentales son una puerta hacia la liberación. En la casa de San Jerónimo presentamos el documental Buscando a Sugar Man, una historia extraordinaria, ópera prima de directores suecos, donde un músico abandonado en su propio país tiene un éxito avasallador en un país tan lejano como Sudáfrica, y eso ni el músico lo sabe. De hecho nadie lo sabe, pero la hechura del documental es una madeja que al desenredarse va revelando una realidad oculta para todos. Es una liberación para el músico, para los cineastas y para el público. Y no dudo que sus canciones fuesen en 2013 de las más escuchadas en todo el mundo.

¿Y cuál es la idea para 2014?

Este 2014 es un paréntesis para reflexionar sobre nuestra trayectoria y el futuro al que aspiramos, con miras al décimo aniversario que cumpliremos en 2015. Nuestro mayor logro es haber creado un circuito para la exhibición de documentales en México; no lo hemos hecho solos, pero nuestra audiencia ha crecido un 700 por ciento en 8 años. En 2006 tuvimos 12 mil 500 asistentes, y en 2013 llegamos a los 90 mil. Hemos sido testigos de ello en los recorridos por los estados. Eso obedece a la estructura horizontal que tenemos, donde los voluntarios son capacitados para continuar la tarea aun cuando la organización no tenga recursos. Hemos invertido mucho trabajo también en institucionalizar a la organización para que no dependa de ciertas personas. Tenemos manuales de cómo replicar la labor de Ambulante. Para reclutar a los voluntarios lanzamos convocatorias en todos los estados, nos comunicamos a través de las redes sociales, y lo que buscamos es echar raíces con grupos bien capacitados, con la suficiente experiencia. Muchos voluntarios, de esa manera, ingresan al Staff. Nuestra Coordinadora de Alianzas Estratégicas, por ejemplo, fue voluntaria de Veracruz, y nuestra Coordinadora de Voluntarios fue voluntaria en Tijuana. Entonces, de esa manera, no se trata de una invasión chilanga a todos los estados, sino de una organización nacional que se reproduce. En el Staff somos 23 personas, y el total de voluntarios son 170, que representan entre 15 y 20 por estado. El festival recorre 11 entidades federativas durante tres meses -de febrero a mayo-, pero generamos otro tipo de actividades en los estados cuando no hay festival: hacemos cineclubs, encuentros, mesas redondas. Y además tenemos Ambulante Más Allá, que es un proyecto de formación de cineastas en zonas sin recursos cinematográficos; creamos cineastas entre los grupos indígenas de Chiapas, Yucatán, Campeche, Oaxaca y también en Guatemala. Eso genera, entre otras cosas, nuevos contenidos.

 ¿Qué te ha dado Ambulante?

Al principio en mi área éramos solamente dos personas; nos encargábamos de todo, de formar el catálogo, conseguir los derechos de exhibición, diseñar los materiales; jamás me imaginé que creciéramos de tal forma. Para mí siempre fue importante orientar mi trabajo hacia el cambio social, ahí donde hiciera falta, y por supuesto no salirme de México. Aunque yo estudié fuera. Pero con Ambulante he conocido México, he visto de cerca las reacciones de la gente ante los estímulos cinematográficos, y he aprendido a tender puentes entre diferentes organizaciones sociales, no solamente cinematográficas.

¿A dónde quieres llegar con la organización?

Me interesa lograr que los documentales mexicanos puedan tener una proyección internacional, y por supuesto generar un mercado nacional, con una retribución económica para los productores que no dependa tanto de los fondos públicos, que siempre son volátiles. Parte de eso es también buscar fondos internacionales para los documentales mexicanos, y aprovechar las nuevas plataformas, que juegan cada vez un papel más importante en la cinematografía. Y ahora también lanzamos Ambulante Ediciones, publicamos un libro sobre Chris Maerker, muy accesible. Se encuentra en las librerías Educal, en el Cine Tonalá, a un precio de $150.00. Eso es otra forma de difundir lo que nos interesa.

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