Una de las tácticas que se han utilizado a lo largo de la historia para ganar las guerras ha sido la división del enemigo. Uno de los bandos en pugna siembra la división para que el rival no pueda presentar un solo frente, y a la larga una parte del enemigo se convierte en un rival interno.
Eso está sucediendo en Ucrania, donde la población ha estado unida contra la invasión rusa, pero la táctica de dividir ha estado fomentándose en distintos ámbitos y está rindiendo sus primeros frutos.
El mes pasado, Marina Dubrova, una maestra de inglés que vive en la isla rusa de Sajalín, en el océano Pacífico, le mostró a su grupo un video en YouTube en el que los niños cantan, en ruso y ucraniano sobre “un mundo sin guerra”.
Después de que terminó el video, un grupo de alumnas permaneció en el aula durante el receso y le preguntó cuál era su opinión.
“Ucrania es un país distinto, aparte”, les dijo Dubrova, de 57 años.
“Ya no”, respondió una de las chicas.
Unos días después, la policía fue a su escuela, ubicada en la ciudad portuaria de Korsakov. Luego se le abrió un juicio. En el tribunal, Dubrova escuchó la grabación de esa conversación, que al parecer una de las alumnas realizó. El juez la multó con 400 dólares por “desacreditar de manera pública” a las fuerzas armadas rusas. Finalmente, la escuela la despidió por “comportamiento amoral”.
Hoy en día, los ciudadanos se están delatando unos a otros, instigados por la retórica oficial del Estado y autorizados por nuevas leyes que criminalizan la disidencia. Es una inquietante evocación de la era del terror de Stalin.
(Con información de The New York Times)