Se construyó a finales del siglo XIX, porque París iba a ser la sede de la Exposición Universal en 1889. Con más de 300 metros de altura, la Torre Eiffel era la construcción más elevada del mundo en su época. También la más pesada: su estructura de hierro tenía más de 10 toneladas de peso. En la primera mitad del siglo XX, fue el emblema de la modernidad en el orbe, y el símbolo más visible de la Ciudad Luz.
Luego vinieron las copias. En 1958 se construyó la Torre de Tokio a imagen y semejanza de la torre de París, y los japoneses, competitivos como siempre, la hicieron más alta. Después, en 1999, se construyó en Las Vegas una Torre Eiffel de tan solo 165 metros, cuyo propósito fue y sigue siendo anunciar un casino.
La Torre Eiffel es el monumento más visitado del mundo. Un símbolo reconocido por todos. Recibe al año más de 6 millones de visitantes, casi el doble de los que recibe La Estatua de la Libertad en Nueva York. Y ahora, con los Juegos Olímpicos de París en puerta -serán en 2024-, el monumento puede ser el blanco perfecto para un ataque terrorista.
Para proteger a la Torre se construirán muros de cristal en sus bases, con una altura de 2.5 metros. Estos cristales sustituirán a las barreras metálicas que existen en la actualidad, y permitirán a la Torre recuperar su estética original. Pero además, la Torre será sometida a trabajos de remodelación que costarán 300 millones de euros y se prolongarán más de una década, según las autoridades de la ciudad. Al finalizar las obras, la Torre Eiffel tendrá una iluminación espectacular, se reemplazarán los elevadores que fueron puestos por el propio Gustav Eiffel, y el sistema de seguridad será un blindaje a prueba de cualquier atentado.
Tendremos el monumento histórico de siempre, pero en tiempos de terrorismo.