El pánico desatado por la ciencia ficción se hizo real. Un ataque cibernético, capaz de paralizar gobiernos, empresas y hospitales, se extendió este fin de semana por un centenar de países poniendo en peligro vidas, capitales, corporaciones, funciones de los gobiernos y el corazón de una realidad virtual que ha llegado a gobernar al mundo.
La firma Renault, la primera empresa reconocida que se declaró víctima del ataque global, cerró como medida preventiva sus fábricas en Francia para evitar la propagación del virus. La Fiscalía de París abrió una investigación por acceso fraudulento en sistemas informáticos y por tentativa de extorsión.
El sistema de salud del Reino Unido se convirtió es uno de los blancos más despiadados del ciberataque, ya que afectó simultáneamente a las computadoras y los teléfonos de 16 hospitales y centros de salud de Londres, Nottingham, Herefordshire, Blackburn y Cumbria, que cancelaron citas y pidieron a los pacientes que eviten acudir salvo en casos de verdadera urgencia. El ataque provocó problemas tan graves como la cancelación de intervenciones quirúrgicas, el desvío de pacientes entre los hospitales y la pérdida de historiales clínicos. En el país se supo que 42 hospitales operaban con versiones obsoletas del sistema operativo de Windows, que carecían de servicio de mantenimiento por parte de Microsoft. Eso facilitó la labor de los atacantes.
La empresa japonesa Nissan, que tiene una planta en Sunderland, al noreste del mismo país, se vio paralizada por el ataque. 7.000 empleados suspendieron labores.
En Rusia el Ministerio del Interior reconoció que sus computadoras fueron víctimas del ataque. El virus infectó a 1.000 computadoras y el Banco Central de Rusia dijo que registró una serie de correos masivos de software malicioso. Para evitar el pánico de sus usuarios, el principal banco del país -llamado Sberbank-, también admitió el viernes que había sido víctima del ataque, aunque en un comunicado aclaró que se había detectado «a tiempo» y que «el virus no puso en peligro el sistema».
En Estados Unidos, la empresa de paquetería Fedex sufrió el bombardeo cibernético, retrasando los envíos. En España, la empresa Telefónica. En China, varias escuelas y universidades fueron afectadas. Muchos estudiantes publicaron fotografías de las pantallas de sus computadoras en las que se pide el rescate de la información al igual que en otros lugares del mundo, aunque publicado en mandarín. Los piratas son políglotas.
Todo parece una novela, pero es real. El virus se conoce mundialmente como ransomware, y en muchos casos secuestra la información de las organizaciones y las empresas para pedir un rescate. El dinero solicitado se pide en bitcoins, una moneda paralela a las usadas habitualmente, pero que ya tiene valor en dólares y opera con un sistema que evita el rastreo del dinero. Los bitcoins fueron inventados por grupos del narcotráfico para realizar transacciones monetarias en las sombras del mundo cibernético. Algunas autoridades han aconsejado a los particulares, empresas y organizaciones afectadas que no paguen a los piratas informáticos que exigen un rescate para desbloquear las computadoras infectadas. «Hemos recibido múltiples informes de contagios por el virus ransomware», escribió el departamento estadounidense de Seguridad Interior en un comunicado. «Particulares y organizaciones están alertadas de no pagar el rescate, ya que este no garantiza que será restaurado el acceso a los datos».
Microsoft, la empresa de Bill Gates, está trabajando a marchas forzadas para proteger los sistemas obsoletos de Windows, por donde pudo colarse el ataque mundial.
Hay algo espeluznante en todo esto. El futuro de la humanidad puede estar en manos de los piratas cibernéticos. Basta con que se metan a las computadoras de las armas atómicas.
(Con información de El País y Time magazine)