Uno de los elementos que afean las ciudades -sobre todo en los países subdesarrollados- es la existencia de cables aéreos a lo largo de las calles.

Las marañas de cables desgraciadamente, proliferan en toda la Ciudad de México. Algunas veces, los cables se utilizan como tendederos de ropa. Es un asunto en el que debe aplicarse la ley. Sin embargo, las tres iniciativas que buscan resolver este problema han sido rezagadas durante el segundo periodo ordinario de la II Legislatura, que está próximo a concluir.

Gabriela Salido, una diputada de las promoventes en la materia, explicó que el motivo por el que no se ha discutido es que, aunque las propuestas tienen la misma esencia, han sido turnadas a diferentes comisiones. El enredo de cables se ha convertido en un enredo burocrático.

Mientras la normatividad aguarda, decenas de ciudadanos han reportado accidentes con los cables, los cuales en su mayoría no cumplen ninguna función y sobrecargan los postes de luz. Además de que constantemente son arrastrados por camiones, dejando sin servicio a los ciudadanos.

La Ciudad de México se encuentra muy por detrás de ciudades que han emprendido la regulación de los cables.

Buenos Aires, con una población similar a la capital mexicana, cuenta con mínimo cableado aéreo desde que en 2015 se legisló el tema con una ley que prohíbe su desuso y plantea el soterrado total en 20 años; Londres y París son otras ciudades sin cables. Santiago y Panamá están en camino de resolver el tema.

El alto costo que representa soterrar el cableado de electricidad y telecomunicaciones complica el ordenamiento de las marañas de cables que abundan en la Ciudad.

Pero la fealdad tiene un alto costo.

Las mujeres lo saben mejor que los hombres.