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Cadena sin eslabones

Hace varias décadas, para abaratar costos, Toyota creó un sistema de distribución de partes automotrices que consiste en entregar los productos de la cadena de distribución justo en el momento en el que cada producto lo requiere. Fue un sistema muy eficiente, ya que reducía las necesidades de almacenamiento y ponía en marcha un mecanismo que funcionaba como cronómetro. Cada producto llegaba y embonaba justo a tiempo en el engranaje.

En las últimas décadas, muchos sectores quedaron hechizados por el enfoque. Desde los artículos de ropa hasta el procesamiento de alimentos y las medicinas, las empresas adoptaron el sistema de llegar a tiempo para adaptarse a las fluctuantes demandas de mercado y reducir los costos. Pero nadie pensó que la pandemia obstaculizara el funcionamiento de muchas fábricas, y que el transporte marítimo internacional se viera trastocado por los efectos de la pandemia.

Así, lo que era un mecanismo moderno para todos los campos se convirtió en un dolor de cabeza. Las economías de todo el mundo se vieron afectadas por la escasez de una serie de productos, como los componentes electrónicos, la ropa y la madera.

En ese contexto, aparecieron casos impredecibles. Una empresa reconocida mundialmente, como Nike, tuvo dificultades para abastecer los puntos de venta con sus productos. De la noche a la mañana los escaparates se quedaron vacíos. Se esfumaron los zapatos tenis, las sudaderas, las mochilas, los bolsos, los balones de fútbol y los guantes para porteros. Las empresas de construcción tuvieron problemas para comprar pinturas y selladores. Y aparecieron casos más dramáticos: la falta de equipos de protección personal para los médicos se disparó al inicio de la pandemia.

Así se supo que la escasez en la economía mundial tiene su origen en factores que van más allá de la escasez de inventarios. La propagación del COVID-19 interrumpió las actividades de los trabajadores portuarios y los camioneros, lo que impidió la descarga y distribución de los productos elaborados en las fábricas de Asia, que llegan por barco a Norteamérica y Europa (Ver fotografía).

La falta de un producto, en una economía global, es la ruptura de una eslabón en la cadena entera. Si una empresa norteamericana no puede conseguir la resina especializada que vende a los fabricantes de materiales de construcción, se puede paralizar una planta petroquímica de China.

Y existen muchos otros ejemplos. Si un fabricante de pinturas aplaza sus pedidos de productos químicos porque no puede encontrar la cantidad de las latas de metal que utiliza para enviar su producto final, el sistema integral se detiene.

El efecto dominó, donde unas piezas que caen producen nuevos derrumbes, casi siempre termina en catástrofe.

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