«No debemos seguir hablando de mariguana -nos dice Erick Ponce, el presidente del Grupo Promotor de la Industria de Cannabis en México- porque ese término conlleva un significado racista y despectivo. La mariguana estuvo vinculada a la prohibición, a la yerba proscrita de los indios, a la planta diabólica que producía en sus consumidores estados alterados incomprensibles. El término científico es Cannabis, un producto natural que tiene beneficios medicinales enormes, y que debemos legalizar para aprovecharlos.»
Para este joven promotor mexicano, que inició su carrera empresarial a los 19 años fundando una empresa de salud, la Cannabis tiene propiedades curativas comprobables; puede utilizarse contra las inflamaciones del cuerpo, y su uso puede ayudar en el tratamiento del dolor, la ansiedad, el insomnio, la depresión, la epilepsia y aún el cáncer. «Un caso paradigmático muy difundido en su momento fue el amparo legal otorgado a la pequeña Grace, una niña de 10 años que padecía el síndrome de Lennox-Gastaut, y que gracias a la ayuda comprometida de sus padres pudo reducir sus convulsiones con un tratamiento importado de cannabidiol. La niña tenía cerca de 400 convulsiones al día, y gracias al tratamiento pudieron reducirse a menos de 20. Este caso nos abrió los ojos como sociedad, los diputados en el Congreso metieron sus manos en el asunto, y en 2017 se aprobó el uso medicinal de la Cannabis mediante una serie de modificaciones de la Ley General de Salud.»
Erick sostiene que este paso legal fue un gran avance, pero la falta de reglas de operación sigue dificultando el libre acceso a los beneficios de la planta. En el Senado se han presentado decenas de iniciativas, pero el anteproyecto de ley sigue durmiendo el sueño de los justos por falta de un consenso mucho más amplio.
«Pero yo soy optimista -dice el joven empresario-; el mundo se mueve hacia la legalización, y las ventajas comparativas de México -en cuanto a clima y posición geográfica- nos ubica en una posición envidiable.»