Después de ser estigmatizada como una nación contaminante y destructora del medio ambiente a lo largo del siglo pasado, ahora China muestra su potencial para proteger la capa atmosférica y combatir el cambio climático. Y tiene con qué hacerlo. China sigue siendo el país más poblado de la Tierra, y el mayor emisor de gases de efecto invernadero del planeta. La cuarta parte de estos gases se produce en la tierra del dragón alado.
En 2011, después de rodearse de una capa de humo contaminante que asfixió a sus principales ciudades, el gobierno chino emprendió un ambicioso plan para reducir el consumo de carbono, mejorar la calidad del aire y reducir la emisión de gases de efecto invernadero. El plan englobó a las 82 principales ciudades industriales de la nación, y extendió sus medidas a las empresas que inciden en las grandes cadenas productivas. Y en este sentido, China empezó a tener una gran influencia en las empresas de todo el mundo. Con la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París desde que llegó Donald Trump a la Casa Blanca, China asumió el liderazgo como potencia que combate al cambio climático. El gobierno fijó también un objetivo anual de producción y ventas de nuevos vehículos eléctricos, que se esperan en torno a los 2 millones de unidades al año para 2020, con el fin de reducir las emisiones contaminantes en avenidas y carreteras.