Para muchos, las comunidades indígenas son la esencia de México. Herederas de las culturas prehispánicas, conservan en los usos y costumbres una forma de ver el mundo. Sus lenguas, rituales, formas de cultivar la tierra, sus artesanías y vestimentas representan el núcleo intacto de la mexicanidad.
Es común que las decisiones de los habitantes de las comunidades indígenas se tomen en grupo. La colectividad es quien decide todo. En el ámbito de la comunidad, el individualismo no existe. Cada miembro de la comunidad se concibe como una parte integrante del grupo, no como un individuo aislado. Los derechos de la comunidad están por encima de los derechos del ciudadano. El consenso manda siempre.
Por eso las divisiones en las comunidades indígenas son muy difíciles de procesar sin violencia. En San Juan Chamula, emblema de las etnias de Chiapas, se ha desatado la violencia por la construcción de una calle. En la comunidad de La Mipoleta el presidente municipal apoya a un grupo que pretende construir el camino, pero otro grupo inconforme -que exige la intervención del gobernador de estado- dice que la calle se traza en parcelas de su propiedad, y que afecta los legítimos derechos de sus dueños.
Ante los trabajos de apertura de la calle, los grupos antagónicos se enfrentaron con machetes y palos. El saldo fue de seis descalabrados, dos heridos de gravedad y quince detenidos.
En este caso sería mejor resolver los conflictos democráticamente, y no por los usos y costumbres.