Otro renglón en el que China le lleva la delantera al resto del mundo es la fabricación y aplicación de drones. El mes pasado, sin ánimo de presunción, el país celebró una exposición vistosa y multitudinaria de drones en la provincia de Wuhan, demostrando las posibilidades de investigación de una gama muy variada de campos desde los cielos.
Los drones en China se utilizan para explorar zonas de desastres, entregar paquetería entre las oficinas remotas del gobierno, fumigar cultivos, detectar la contaminación atmosférica alrededor de las fábricas, monitorear regiones alejadas e inclusive llevar pasajeros en distancias cortas. Recientemente, los drones se han utilizado para proyectar luces en el cielo que pueden resultar más vistosas que los fuegos artificiales, o simplemente para la diversión de los niños. Por eso se han iniciado cursos especiales en las primarias para el manejo de los drones, y existe una academia en la misma provincia de Wuhan para concluir estudios superiores en esta tecnología. De ahí, los jóvenes salen capacitados como pilotos de drones más pesados.
El tema no está exento de suspicacias. Como la tecnología de Silicon Valey en California está colaborando activamente con los drones chinos, las autoridades aduanales de Estados Unidos han levantado la voz para decir que a través de los drones China está haciendo acopio de información estratégica sobre la industria de ese país.
Pero tal vez no necesiten esa información. Una sola empresa de drones china, llamada D.J.I., tiene en su poder el 70% del mercado de drones en el mundo. Un dato como para preguntarse cuál es el país que sustituirá a Estados Unidos como la primer potencia económica del planeta.