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El abrazo de los extremos

En la sucesión de actos terroristas que han sacudido al mundo en los últimos meses, las ideologías de los extremos tienen mucho en común. Por un lado, se encuentra el fundamentalismo islámico, que ha encarnado en una organización terrorista conocida como ISIS por sus siglas en inglés, y llamada en español el Estado Islámico de Siria e Irak. Es un Estado que aspira al regreso a los califatos representantes del profeta Mahoma desde el siglo VI, y que ha declarado la guerra santa contra todos los no musulmanes y los que llaman «los falsos musulmanes». Sus métodos son atroces. Incluyen la destrucción de todos los templos paganos, la muerte ejemplar de los infieles, las decapitaciones públicas y la proliferación de actos terroristas en todo el mundo. Cuenta con un sistema económico que le reporta ganancias por la venta de petróleo y los impuestos públicos, y utiliza las redes sociales para la difusión de sus métodos y mensajes. Tiene un sistema de reclutamiento muy efectivo, que incluye el adoctrinamiento a distancia para todos los árabes y sus descendientes que viven en países occidentales. De ahí que los recientes actos terroristas hayan sido perpetrados por ciudadanos ingleses, franceses y belgas.

El Estado Islámico cuenta con un ejército regular de 30 mil hombres.

Por otro lado, se encuentra la ideología contra el Islam de Donald Trump, quien ha decretado un estado de guerra en la práctica contra todos los ciudadanos de los países árabes, con la exclusión de Arabia Saudita y otros, donde Estados Unidos y el propio Trump tienen intereses económicos. Desde los primeros días de su mandato, decretó la prohibición del ingreso al suelo norteamericano a todos los ciudadanos provenientes de Irak, Siria, Irán, Somalia, Yemen y Libia, argumentando que el cierre de fronteras tiene como fin la protección de los ciudadanos estadounidenses. Paralelamente, la nueva administración de Washington ha realizado demostraciones de fuerza contundentes, como el lanzamiento de misiles contra una base militar en Siria -con el pretexto del uso de armas químicas por el gobierno de Bashar al Assad-, y el bombardeo de un sistema de túneles en las montañas de Afganistán, que ha sido refugio de los talibanes desde hace décadas y que ahora es utilizado por el Estado Islámico. En éste último caso, el Pentágono utilizó la bomba más destructora que se ha creado, después de la bomba atómica.

Estados Unidos cuenta con el ejército y el armamento más poderosos del planeta.

Ambos extremos son irreconciliables, incapaces de diálogo alguno, y buscan afanosamente la cabal destrucción del contrario. En el fondo, son extremadamente parecidos.

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