You are here
Home > Cultura > El brillo detrás de la pantalla

El brillo detrás de la pantalla

Sin duda la película La la land se llevará varias estatuillas del Óscar. Ya fue la película más premiada de los Globos de Oro, superando a la inolvidable Atrapado sin salida del joven desequilibrado Jack Nicholson como protagonista. La la land es una comedia musical con el sello arquetípico de Hollywood, pero sin el glamur y la megalomanía de las producciones apabullantes. Suena extraño, pero es un espectáculo sobrio. Una sola pareja que canta y baila, se pelea y se enamora, vive en condiciones muy precarias y vuela por el firmamento. Dos protagonistas que se ayudan a salir de sus respectivos cascarones y dos actuaciones soberbias por su naturalidad y encanto.

Pero lo mejor de la película no se ve en la pantalla. Damien Chazelle, su director y guionista, es uno de esos cerebros que aparecen por azar en el universo del cine y deslumbran por su elocuencia en cada cinta. Se inspiran al elaborar la trama, la edición, la escenografía, el sonido y las imágenes. Como el admirado Orson Wells. Como el laureado Stanley Kubrick. O como el desconocido Vince Gilligan, artífice de Breaking Bad.

Damien es un hombre de 32 años. Una semilla que apenas se abre. Llegó al cine casi por casualidad, porque él quería ser músico. Tocar la batería. Y bajo la tutela de un maestro muy bueno, fuera de serie, pero con una disciplina feroz y un sadismo desatado. ¿Suena la historia?

El joven baterista no llegó a ningún lado como músico, pero tuvo la ocurrencia de convertir su dolorosa experiencia en un libreto para un video escolar, primero, y para una película en forma después. Así nació Whiplash, una obra que fue descartada por muchas productoras y que meses después compitió por el Óscar a la mejor película en 2015. Le ganó Birdman, de Alejandro González Iñárritu, pero el actor que apareció como el sanguinario maestro de batería -J.K. Simmons- se llevó el galardón como mejor actor de reparto.

La la land es un musical moderno que recoge una tradición muy larga y algunas leyendas del cine. En algunos pasajes, se deslizan como fantasmas las figuras de Fred Astaire y Ginger Rogers. Los ojos hermosamente separados de Emma Stone nos recuerdan el rostro felino de Romy Schneider.  Y, sobre todo, la cinta es un homenaje nada velado a Casablanca.

Top