El conflicto de Cataluña en España tiene alterados a todos los españoles, porque invoca el fantasma de la guerra. España fue una nación flagelada por la guerra civil que desembocó en la dictadura franquista, un período de inmovilidad y oscurantismo que encastilló al país desde el fin de la guerra en 1939 hasta la muerte de Francisco Franco en 1975. Posteriormente el país tuvo una difícil transición a la democracia, y después de muchos esfuerzos logró ergirse como un Estado de elecciones libres, con un federalismo respetuoso de la autonomía de las regiones, unido a la Comuidad Europea y abierto al resto del mundo.
Ese camino, venturoso si se comparan las diferencias enrtre la España franquista y la actual, no ha estado libre de violencia. Durante la guerra, las ciudades fueron arrasadas por los bombardeos. Particularmente Barcelona, uno de los últimos reductos de los republicanos frente al ataque de los franquistas. Y no solo eso: las luchas regionales llevaron al surgimiento de un terrorismo asesino local -encabezado por la ETA, el movimiento nacionalista vasco-, y el alineamiento de España con el frente antiterrorista del Islam ocasionó un atentado monstruoso en el Metro de Madrid, en el cual murieron 192 personas y resultaron heridas 1,500. El ataque se llevó a cabo en marzo del 2004, y fue reivindicado por el grupo yihadista más célebre en ese momento, Al Qaeda.
La mayoría de los españoles no quiere la violencia. Y la mayoría de los catalanes no quiere separarse de España. Pero los signos de la confrontación pueden convertirse en síntomas de la guerra. El gobierno de Madrid ha declarado que los líderes de la independencia de Cataluña enfrentarán cargos por sedición. El presidente catalán y cinco de sus consejeros se han refugiado en Bruselas. Los siguientes pasos pueden ser duros y de graves consecuencias. El gobierno federal puede mandar a paseo las prerrogativas autónomas de Cataluña y hacerse cargo del gobierno local en todos los frentes. Y el gobierno catalán, refugiado ahora en Bélgica, puede declararse como el verdadero gobierno en el exilio. Como pasó en la guerra, en el lejano año de 1939.