Al interior de su país, Donald Trump enfrenta una dura oposición en muy diferentes campos. En el terreno legal, el juez de distrito James Robart, de Seattle, levantó la prohibición de que los ciudadanos de siete países árabes ingresaran a Estados Unidos, y en un lapso de dos días Trump perdió la apelación contra el juez a manos de la Corte de Apelaciones del Noveno Circuito del país. La rabieta del nuevo mandatario no se hizo esperar. Como de costumbre, utilizó twitter para frasear su embestida. Escribió en 140 caracteres: «No puedo creer que un juez ponga a nuestro país en tal peligro. Si sucede algo, cúlpenlo a él y a la corte».
Pero ese juez no está solo. Casi un centenar de empresas de comunicaciones y alta tecnología, entre las que destacan Apple, Microsoft, Google, eBay, Netflix, Paypal y Facebook, firmaron un memorándum criticando la medida islamofóbica de Trump, y argumentando que «causa un daño significativo a las empresas norteamericanas, ya que les dificulta contratar y conservar a muchos de los mejores trabajadores del mundo.» Y añade: «los inmigrantes han creado algunas de las compañías más innovadoras de Estados Unidos.»
Otra medida que ha sido vista con estupor y criticada agriamente sobre todo por los integrantes de las instituciones de seguridad de la nación ha sido la imposición de Stephen Bannon -un agente de medios con principios misóginos y racistas- como parte del Consejo Nacional de Seguridad. Esto llevó a varios medios a identificar al nuevo funcionario con la figura calavérica de la muerte -con su hábito y su segadora-, un siniestro poder que manipula desde las tinieblas todas las decisiones de la Casa Blanca.
En las últimas encuestas, el 55% de la población rechaza las medidas tomadas por el nuevo presidente. Trump respondió escribiendo que «esas son falsedades de la prensa, tal y como lo hicieron las cadenas CNN, NBC y ABC durante la campaña.»
De tal suerte, lo que se vislumbra es una larga batalla entre la Casa Blanca, por un lado, y por el otro el sistema judicial, los medios de comunicación, las empresas de Silicon Valley, los actores de Hollywood y todos los que se oponen a la segregación, la misoginia y el poderío exclusivo de los blancos.
Mientras tanto, muchos de los ciudadanos de los siete países árabes que se toparon con las puertas cerradas de Estados Unidos por el decreto de Trump, ya están arribando a los aeropuertos.