De llegar a la presidencia, Joe Biden sería el segundo presidente católico que han tenido los Estados Unidos. El primero fue John F. Kennedy, cuya gestión tuvo un final trágico cuando fue asesinado en Dallas en 1963. Muchas cosas han cambiado desde entonces. Ahora, después del surgimiento del movimiento llamado Black Lives Matter y con Biden a la cabeza, las nuevas condiciones se encargan de recordarle al pueblo que la minoría católica puede ser decisiva en los poblados y las regiones más disputadas por los partidos.
En los últimos años, la mayoría de los católicos blancos se ha inclinado por los republicanos, y los católicos hispanos por los demócratas. En las elecciones de 2016, en algunas regiones de los estados más poblados por los hispanos, el voto por Trump superó en relación de dos a uno al de su rival, Hillary Clinton. Pero ahora, por los efectos devastadores de la pandemia y la política errática del gobierno, la correlación de fuerzas entre los partidos puede cambiar y fortalecer el voto hacia los demócratas.
Biden y Trump tienen bases políticas muy diferentes, pero ambos están luchando para obtener el voto de los latinos más conservadores y religiosos en lugares como Florida y Arizona. En las poblaciones obreras de Michigan y Winsconsin, donde el voto para Trump se consideraba sólido e inamovible, su figura está mostrando signos de debilidad, y el voto puede cambiar días antes de la elección.