La invasión rusa a Ucrania ha tenido, hasta ahora, una justificación sólida. Vladimir Putin ha dicho que la movilización de sus tropas obedece a una serie de movimientos que implican la ampliación de la OTAN hacia oriente, hasta las fronteras con Rusia. Y los últimos acontecimientos parecen darle la razón.
El Presidente y la Primera Ministra de Finlandia dijeron ayer que la nación debe unirse “sin demora” a la alianza militar de 30 países, a lo que Moscú respondió que eso lo veía como una amenaza y que no mejorará la situación en el continente.
Suiza, Finlandia y Suecia tradicionalmente se han considerado política y militarmente como países «no alineados», pero la invasión de Rusia a Ucrania y el aparente deseo de Putin de establecer una “esfera de influencia” centrada en Moscú han puesto en duda sus nociones de seguridad. La opinión pública sobre su estatus neutral cambió drásticamente apenas unos días después de que iniciara la invasión el pasado 24 de febrero. Durante años, el apoyo popular en Finlandia sobre unirse a la OTAN ha sido entre el 20 y el 30 por ciento de la población, pero ahora más de 70% apoya en Finlandia el ingreso a la OTAN.
El Secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha dicho en varias ocasiones que si los países piden entrar, serán “calurosamente” bienvenidos y tendrán un ingreso “fluido y rápido”.
Hasta ahora, Moscú no está tomando medidas evidentes para disuadir a Finlandia y Suecia, salvo quizás un par de incidentes en los que aviones rusos ingresaron a su espacio aéreo. El Kremlin dijo el jueves que su respuesta podría depender de qué tan cerca se mueva la infraestructura de la OTAN hacia las fronteras de Rusia.
Nada de esto son buenas noticias para la paz