En un vuelco de 180 grados a su política de impulso al armamento nuclear, el hombre fuerte de Corea del Norte anunció el fin de sus pruebas nucleares y el futuro cierre de sus instalaciones para realizarlas. Parece mentira, pero Kim Jong-un, el líder del Partido Comunista de Corea del Norte, ha dado un paso gigantesco hacia la paz del mundo.
El año pasado, Kim se embarcó con Donald Trump en un intercambio de insultos y sandeces que pusieron al mundo en alerta roja. Parecía que de un momento a otro estallaría una guerra de bombas atómicas. El líder de Corea comunista declaró que sus botones atómicos podrían alcanzar tierra firme de Estados Unidos. El inquilino de la Casa Blanca respondió que «su botón atómico era más grande». Todo se desarrollaba como un juego de niños caprichosos, pero lo que estaba en riesgo era enorme: la paz mundial y la seguridad del planeta entero.
Con los Juegos Olímpicos de Invierno en la ciudad fronteriza de Pieonchang entre las dos Coreas, la tensión nuclear empezó a relajarse. El presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, invitó a los deportistas de Corea del Norte a participar en los Juegos. Kim Jong-un accedió y envió, además, a su hermana menor en un gesto de amistad. Semanas después, una delegación de Corea del Sur arribó en Pyongyang, la capital de Corea del Norte. Kim les entregó una carta para Donald Trump, invitándolo a conversar cara a cara. Poco después, en un desplante sorpresivo, Trump aceptó la invitación.
Ahora Kim ha abandonado su peligroso juego de pruebas atómicas y ha declarado que busca mejores condiciones económicas para su país. En otras palabras, el fin del bloqueo y las sanciones económicas. En su twitter, Trump ha saludado el gesto, diciendo que es un gran paso adelante, y que anhela la próxima reunión con Kim.
Los dos niños berrinchudos que jugaban a la guerra parecen haber madurado. Una magnífica noticia para el mundo.