La invasión de Rusia a Ucrania está pasando sus facturas a todo el continente europeo. Las ciudades francesas están apagando las farolas y otras luces exteriores para reducir el consumo de electricidad. En París, la llamada Ciudad de la Luz, muchas calles se ven vacías por falta de luz. Y otras ciudades y regiones están dando marcha atrás a la historia en materia de energía. En Normandía, algunas escuelas empezarán a calentar las aulas quemando madera para conservar el gas natural.
La voluntad del presidente ruso, Vladimir Putin, de utilizar la energía como arma está dando resultados. La semana pasada, la empresa de gas del Estado ruso -Gazprom-, interrumpió el suministro de gas a Francia, y los precios del petróleo y el gas se dispararon hasta alcanzar máximos históricos.
A medida que Rusia refuerza su control sobre los suministros de energía de Europa, Francia se embarca en su mayor esfuerzo de ahorro energético desde la crisis del petróleo de la década de 1970. El gobierno del presidente Emmanuel Macron pide a los franceses que se preparen para una nueva era de “austeridad” energética con el fin de enfrentar la amenaza de un duro invierno, mientras tranquiliza a los hogares y a las empresas sobre la capacidad del gobierno para protegerlos.
“Nos hemos enfrentado a una serie de crisis, una más grave que la otra”, comentó Macron en un discurso televisado a la nación el mes pasado. “Lo que describo es el fin de la abundancia”, añadió. “Hemos llegado a un punto de inflexión”.
La primera ministra Élisabeth Borne ha pedido a las empresas que realicen la mayor parte del ahorro energético del país, y que lo hagan rápidamente. Las compañías deberán reducir su consumo de energía un 10 por ciento o enfrentarse a un racionamiento forzoso de electricidad y gas.
La iniciativa nacional pide a las empresas y a los particulares que ahorren energía aumentando el uso compartido de autos, bajando los termostatos y apagando los carteles publicitarios por la noche, de lo contario, se enfrentarán al riesgo de apagones o racionamiento de la energía.
Pero no todo son malas noticias. Los esfuerzos por controlar los costos energéticos han ayudado a que Francia mantenga una de las tasas de inflación más bajas de Europa, del 6,5 por ciento. La tasa general de la eurozona para el mes pasado fue del 9,1 por ciento.
Sin embargo, en el contexto general las facturas de energía de los hogares y las empresas se han disparado, lo que ha provocado que los gobiernos europeos tomen medidas que pocos habrían creído posibles antes de la guerra.
El lunes, Alemania, el mayor consumidor europeo de gas ruso, dio marcha atrás a sus planes de cerrar dos de las tres centrales nucleares que le quedan para finales de año. Italia está recurriendo a Argelia como un posible nuevo proveedor de gas natural para sustituir el combustible ruso. En España, el gobierno busca a gritos mejorar la eficiencia energética en los edificios y en la industria.
Francia parece menos vulnerable que sus vecinos: tiene el arsenal de energía nuclear más grande de todos los países de la Unión Europea, y es uno de los que menos depende del gas natural ruso. No obstante, se enfrenta a su propia crisis energética, pues su industria nuclear lidia con grietas, corrosión y otros problemas que han hecho que el país tenga que cerrar de manera temporal 32 de sus 56 reactores nucleares.
Los ciudadanos franceses tendrán que poner de su parte, comentó Borne. El gobierno ha pedido a los franceses que frenen una serie de actividades, con la esperanza de ahorrar energía de manera colectiva. Entre ellas: abstenerse de encender las lavadoras por la noche, mantener los termostatos a 19 grados Celsius y utilizar más el transporte público.
Se aproxima un invierno con frío y sin luz.