La pasada elección estatal en Alemania puso a Angela Merkel a la cabeza para su reelección el próximo mes de septiembre. El partido de Merkel, la Unión Demócrata Cristiana, ganó con el 33% de los sufragios las elecciones legislativas en Renania del Norte-Westfalia, la región más poblada del país, donde el Partido Socialdemócrata de Martin Schulz había ejercido un férreo dominio político desde hace varias décadas. Merkel le arrebató la importante ciudad de Dusseldorf y la ciudad más poblada del país -Colonia-, y con ello dio un paso muy firme para ser nombrada nuevamente como Canciller de Alemania en las elecciones generales del próximo 24 de septiembre.
Martin Schulz declaró que recibió un golpe muy duro. Y no solamente porque la región donde perdió es la más poblada de Alemania -casi 18 millones de personas-, sino porque también es su ciudad natal. Lo que no dice es que la última derrota es la tercera en serie de las elecciones regionales, y que después de eso es muy difícil que los socialdemócratas se levanten. De manera que Merkel tiene la ruta pavimentada a su favor.
Hay que recordar que Angela Merkel ha sido un caso singular en el panorama político de Europa. Su partido es conservador, pero ante la oleada de emigración que recibió Alemania a partir de la guerra en Siria, Merkel se puso del lado de los emigrantes. Su postura estuvo más a la izquierda que los gobiernos socialistas, como el Francés. Y ahora, con el ingreso de Emmanuel Macron en el Palacio del Eliseo en París, Merkel aspira a llevar a cabo una alianza que ponga a Europa como un dique unido frente al ascenso económico de China, el expansionismo de Rusia en Ucrania y el peligro mundial que representa Donald Trump.
Esa alianza tiene precedentes: siendo presidentes de sus respectivos países, Françoise Mitterrand y Helmut Khol sentaron las bases para dar nacimiento a una moneda única. Así nació el Euro.