Madeleine Albright, la primera mujer que fungió como Secretaria de Estado de Estados Unidos, dijo que está lista para registrarse como musulmana en la lista negra de Donald Trump. Escribió en su twitter que ella nació católica, se convirtió a la iglesia episcopal, y tiene raíces judías. Por eso, en solidaridad con todos los extranjeros, está lista para apuntarse en la lista de los musulmanes.
En el marco de su cruzada contra todo lo ajeno a la supremacía blanca, Donald Trump prometió hacer una lista nacional con todos los musulmanes que pisan suelo de la Unión Americana. Al igual que la lista de judíos implementada por Hitler en su época, la lista serviría como una herramienta de control para infundir temor y prepararse para la deportación o el encarcelamiento. Todo por ser musulmanes.
Ayer el nuevo residente de la Casa Blanca anunció que firmará la orden de impedir la entrada a Estados Unidos a todos los nacidos en Iraq, Irán, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen.
Madeleine Albright no nació en Estados Unidos. Llegó al mundo en un suburbio de Praga, en la antigua Checoslovaquia, y su padre luchó por la construcción de aquella nación junto al presidente Mazaryk. Sus padres nunca le hablaron de su herencia judía, por temor a las persecuciones. Durante el nazismo, su familia emigró al Reino Unido y vivió la pesadilla de los bombardeos alemanes en Notting Hill. Después de la guerra su padre fungió como embajador en Yugoslavia, pero cuando llegó el brazo de Stalin hasta Checoslovaquia emigró a los Estados Unidos.
Madeleine recuerda su llegada a Ellis Island, la puerta de ingreso a Nueva York. Allí vio la estatua de la libertad. Por eso ayer puso en su twitter el poema de Emma Lazarus al pie monumento: «Que venga la gente cansada, los pobres, la muchedumbre que busca aire libre, los desdichados de las costas abarrotadas. Que vengan los desposeídos, los azotados por la tempestad. Para ellos levanto mi lámpara, para alumbrar esta puerta dorada.»
En la Casa Blanca, esa puerta se cierra.