¿Pueden llegar a pensar los robots? El tema no es nuevo, y ha dado pie para una gama muy variada de suposiciones, novelas y películas de ciencia ficción, congresos de perfeccionamiento de los robots y artículos de neurologia. Cada Halloween, inclusive, los robots se disfrazan de humanos para agregar terror a las fiestas. En la novela Frankenstein, de la joven Mary Shelley, el monstruo arremete contra el mundo entero porque se siente excluido de la especie de su creador. Es un engendro que siente y piensa.
En el último número de la revista Science, un grupo de neruocientíficos de tres instituciones de Francia y Estados Unidos -Stanislas Dehaene, Hakwan Lau y Sid Kouider, del Collège de France, la University of California y el PSL Research University de París- se pregunta sobre los que entendemos por autoconocimiento, y llega a la conclusión -aterradora para muchos- de que los robots pueden llegar a tener conciencia. El razonamiento es simple: si por conciencia entendemos la capacidad de seleccionar la información que nos sirve y la facultad de revisarla para tener certeza, los robots ya se encuentran en el umbral de la conciencia. Sus cerebros pueden programar la selección de la información útil, y al verificarla operan exactamente igual que los humanos.
Pero no todo es idéntico. Los tobots se encuentran aún lejos de poder sentir empatía, nostalgia o curiosidad, a pesar de que sus avances en el campo de una conciencia muy primitiva son incuestionables. Los robots pueden tomar decisiones. Pueden ordenar la actividad de otros robots. Y en ese sentido, pueden ser mas confiables que los humanos, poque no existen emociones que los influyan en sentido contrario.
Y todo esto, por supuesto, tiene sus inconvenientes. Las mentes más lúcidas de nuestro tiempo lo han señalado. El inventor sudafricano Elon Musk ha dicho que la inteligencia artifical es mucho más peligrosa, hoy en día, que las ojivas nucleares. Y el físico Stephen Hawking ha señalado que eso puede ser el fin de la humanidad.
La pluma visionaria de Mary Shelley lo dijo hace mucho tiempo: el monstruo del Doctor Frankenstein llegará a destruir a su creador. Que nadie se llame a engaño.