Instagram se ha convertido en la red social de moda. La que prefieren los chavos. La plataforma donde las cantantes más famosas promocionan sus últimas canciones, exhiben sus fotografías, modelan sus zapatos y sus vestidos, presentan a sus amigos y reciben elogios de sus fans. Un ejemplo notable es Katy Perry, la cantante que cuenta con más de 85 millones de seguidores en su cuenta de Instagram.
Todo eso hace de Instagram un escaparate gigantesco para vender ropa, artículos de maquillaje, pulseras, galletas, conciertos, lugares turísticos. Los publicistas saben que la ropa de marca de los actores vende mejor que los manequies. Pero… ¿qué sucede si una actriz de carne y hueso es suplantada por un manequí? Pues nada, realmente. Ahí está el caso de Lil Miquela, una muñeca creada por una computadora con el encanto de una adolescente que tiene cautivada a la ciudad de Los Ángeles -donde nació- y a muchas otras más.
Lil Miquela sonríe y sus seguidores viven fascinados por sus encantos. La muñeca tiene pecas, una mirada que atrapa, labios carnosos y cabello oscuro. No es ninguna casualidad que siempre aparezca vestida con atuendos de Prada y accesorios refulgentes de Chanel, Supreme y Vans.
En el caso de Miquela, la realidad se ha hecho cómplice de la ficción. En 2018, un reportero de la BBC llamado Damian Fowler pidió una entrevista con Miquela, y ella aceptó respondiendo en un correo como cualquier adolescente: «¡eso suena súper genial!».
El reportero, con cierto filo, le preguntó: «¿Cómo has ido creando tu identidad?».
Miquela respondió: «Probablemente, tal como tú lo has hecho. Estoy aprendiendo y estoy moldeando mi ambiente y lo que me rodea. Soy apasionada de la música y el arte y aprendo todo lo posible sobre Los Ángeles todos los días».
La siguiente pregunta fue: «¿Qué piensas de las celebridades virtuales?».
Miquela dijo: «Creo que la mayoría de las celebridades en la cultura popular son virtuales. Es desalentador mirar cómo la desinformación y los memes deforman nuestra democracia, pero creo que eso habla del poder de lo virtual».
En Instagram, un robot se ha convertido en analista social.
Ya nada sorprende a nadie.