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Muerto el Rey, la leyenda vive.

La muerte de B.B. King a los 89 años de andar exprimiendo su guitarra por los caminos del mundo ha llenado de luto el mundo de la música. B.B. King era el sobrenombre del «Rey niño del Blues» (Blue boy King), que nació en una de las cabañas más pobres de Mississippi, vivió su infancia temprana entre granjeros, aprendió a manejar un tractor para ganarse la vida y halló su camino al empezar a cantar el gospel en la capilla del pueblo mientras vivia con su abuela.
De las iglesias brincó a las estaciones de radio locales, y su fama empezó a crecer con el atractivo rasgueo de su guitarra y una voz que salía de las cavernas de la tierra.
El Rey fue objeto de múltiples premios y reconocimientos, pero jamás negó la miseria de sus orígenes ni la sencillez de sus mensajes. B.B.King ganó 15 trofeos Grammys, grabó con la banda U2 y Eric Clapton, fue condecorado por el presidente Bush y recorrió los principales salones de conciertos en todo el mundo. Siempre acompañado de su guitarra «Lucille», llamada así en honor a una dama que era el centro de la disputa de dos borrachos.
Si alguien dejó huella en el mundo de la música, ése fue B.B. King. También dejó 15 hijos entre propios y adoptados, y una estela de ritmo que seguirá escuchandose en los cinco continentes. Y en otros lados, también. A propósito de su muerte, el presidente Barack Obama dijo: «Hoy en la noche habrá una sesión muy cañona de blues en el cielo.»

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