Si las elecciones presidenciales de Estados Unidos fueran hoy, Donald Trump ya no sería presidente. Su estrategia para enfrentar la pandemia -si es que tuvo alguna-, ha resultado un rotundo fracaso. Estados Unidos es el nuevo líder del mundo en número de pesonas contagiadas y número de muertos por los contagios. Y su presidente no ha hecho nada. Solo declaraciones contradictorias, silencios inexplicables, titubeos.
Las recientes encuestas, hasta hace unas semanas, aún favorecían a Trump. A mediados del mes de abril, el 93% de los republicanos decía que estaba a favor de la forma como el presidente había lidiado con la pandemia. Pero en unos cuantos días esta tendencia se colapsó. En mayo, una encuesta de RealClearPolitics polling average muestra que las preferencias por John Biden ya están por encima de las de Donald Trump, con números que van de 48.3% contra 42%. Son más de 6 puntos de ventaja.
Biden toma ventaja ahora en los estados considerados oscilantes. Lleva una ventaja de 6.7 puntos en Pennsylvania, 5.5 en MIchigan, y 2.7 en Wisconsin.
Claro que la pandemia no puede durar mucho, y no puede mantenerse como el elemento decisivo en la balanza electoral. Pero en estos momentos marca un punto de inflexión. Si en los próximos meses el coronavirus persiste, el número de empleos sigue a la baja y la economía no repunta, lo más seguro es Trump vaya hacia la salida de la Casa Blanca.