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No queremos pena de muerte

Los padres de un niño de 8 años que murió en el atentado terrorista del Maratón de Boston no quieren que el asesino muera por la pena de muerte. Dicen que las apelaciones al caso solo prolongarían un sufrimiento que ya ha dolido mucho, y prefieren que el culpable termine sus días en la cárcel.
Se trata de una familia que sufrió una desgracia circunstancial, injusta y terrible. Un joven de origen checheno, Dzhokhar Tsarnaev y su hermano, decidieron cobrar venganza por los bombardeos que Estados Unidos había hecho en Afganistán e Irak, y pusieron un par de bombas en el recorrido final del maratón de Boston en 2013. Una de esas bombas mató a Martin Richard, un niño de 8 años, e hirió en una pierna a su hermana Jane, que terminó por perderla.
La familia está destrozada. No perdona nada. Pero prefiere el olvido a la venganza. Con el joven en la cárcel, el tiempo se encargará de ir disolviendo el dolor. Con la pena de muerte, en cambio, el proceso podría durar mucho tiempo, y la muerte del homicida no sanaría el sufrimiento. Es una respuesta de la civilidad contra la barbarie.

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