Para llevar a cabo el completo deshielo, el presidente Barack Obama estará el próximo mes de marzo en La Habana. Su viaje será parte de una gira por varios países de América Latina, pero el paso por Cuba abrirá un nuevo capítulo en la historia de la isla.
Cuba y Estados Unidos rompieron todo tipo de relaciones desde el inicio de la revolución de Fidel Castro, y ambas naciones protagonizaron uno de los capítulos más explosivos de la Guerra Fría, cuando Moscú instaló cohetes atómicos que apuntaban directamente a Washington. La llamada «Crisis de los misiles» se resolvió favorablemente de manera diplomática, pero el mundo se vio por unos instantes al borde del precipicio atómico.
Ahora, gracias a la mediación del Papa Francisco, Estados Unidos abrió sus puertas a Cuba, y el restablecimiento de relaciones ha incluido la puesta de embajadas en ambas naciones. Las relaciones comerciales, que asfixiaron a la isla durante un injusto bloqueo que duró siete décadas, empiezan a normalizarse paulatinamente. Ambos países firmaron un acuerdo que reanuda la aviación comercial después de una interrupción de medio siglo. El departamento de Transporte lanzó una convocatoria para que las aerolíneas estadounidenses puedan realizar hasta 110 vuelos diarios de Estados Unidos a Cuba, olvidándose de los vuelos chárters que existen en la actualidad.
Con toda seguridad, la imagen de Obama en La Habana será el emblema que coronará su gestión en La Casa Blanca.