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País dividido

Estados Unidos es, cada vez más, un país dividido. No solamente por sus clases sociales, sus conflictos raciales, sus barrios de emigrantes, sus élites impenetrables y sus sectas clandestinas, sino también por sus partidos políticos y las ideologías que los respaldan. Obviamente, el ascenso de Donald Trump y sus arengas llenas de odio a sus opositores fermentaron un caldo de cultivo para profundizar la división, pero el fenómeno se montó en una tendencia en ascenso que venía de cinco décadas atrás.

En la superficie, los dos principales partidos políticos del país parecen estar de acuerdo en asuntos fundamentales. Por ejemplo, a raíz del atentado reciente que un hombre solitario realizó contra los jugadores de un partido de béisbol en el que participaron algunos congresistas, muchas voces de los paridos Demócrata y Republicano se levantaron para condenar la violencia. En ese tema, todos parecen de acuerdo.

Pero en el fondo, la población demócrata y la republicana se han distanciado cada vez más en todos los sentidos. Las encuestas más recientes sobre esta división sostienen que nunca, desde los años de la Guerra Civil, se había manifestado una separación tan profunda. Tomando en cuenta las opiniones más simples, los demócratas están convencidos de los republicanos son «los defensores de las grandes empresas», y los republicanos afirman que los demócratas «son las personas que viven de los beneficios que proporciona el Estado». El 46% de los republicanos y el 45% de los demócratas tiene una opinión «muy desfavorable» de los miembros del otro partido. Muchos de ellos ven a sus oponentes como personas «inmorales y deshonestas». Peor aún, el 45% de los republicanos y el 41% de los demócratas afirman que las políticas del otro partido representan «una amenaza para la nación.»

Es una tendencia en ascenso. En 1960, solo el 5% de los republicanos y el 4% de los demócratas señalaron que serían muy infelices si su hijo o hija se casara con un ciudadano o una ciudadana del partido contrario. Hoy, ese es el sentimiento de la mitad de los republicanos y la tercera parte de los demócratas.

Esa división se expresa ahora en los vecindarios y centros de trabajo. Las reuniones sociales se han segregado. Hay fiestas de familias y vecinos demócratas, y convivios de trabajadores y familiares republicanos.

Un elemento resulta clave para esta división: estar a favor o en contra de Trump.

El odio como acicate político siempre es un bumerang.

(Foto de The New York Times)

 

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