Parecía que el añejo conflicto entre Rusia y Estados Unidos había llegado a su fin. La historia vio el paso de Mikail Gorbachov por el Kremlin como un deshielo que permitía la democracia en Rusia y sus países llamados satélites. Pero esa ilusión pronto terminó. Boris Yeltsin, el nuevo líder de Rusia, se encargó de formar una casta burocrática que se adueñó de la estructura económica de la nación, y dejó el cargo en manos de su ministro Vladimir Putin, el hombre que llevó a cabo la invasión de Rusia a Ucrania y ha puesto al mundo al borde de una tercera guerra mundial.
Ayer, con un desplante irresponsable, Putin suspendió la participación de Rusia en el tratado de desarme nuclear New Start que firmó con Estados Unidos y acusó a los países occidentales de «atizar» el conflicto en Ucrania. El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, dijo que esa decisión era «decepcionante e irresponsable».
Pero es más que eso. En este momento, es una apertura de puerta para que el nuevo conflicto entre Rusia y Estados Unidos pueda desembocar en un ensayo de guerra atómica.
En la fotografía, Vladimir Putin revisando sus armas. Diario ABC.