Después de meses de guerra y vituperios, Donald Trump y Carlos Slim han fumado la pipa de la paz. Y a la postre fueron mucho más allá. Después de una cena privada en Florida, Trump escribió en su twitter que Slim «era un gran tipo». Slim, por su parte, dijo que salía de la cena con una «muy buena impresión del presidente electo», y su yerno y vocero, Arturo Élías, señaló que «la reunión fue muy cordial y muy buena para México.»
En los meses de la campaña presidencial en Estados Unidos, la relación entre ambos fue tensa y crítica. Slim criticó, sobre todo, la política de Trump hacia México, particularmente la idea de levantar un muro en la frontera. Trump señaló repetidamente que Slim metía la mano en la redacción de The New York Times -del cual es socio mayoritario- para apoyar a Hillary Clinton.
Ahora todo eso quedó atrás. Pero hay que ver quién es quién en el marco de la reconciliación. Si hablamos en plata, la riqueza de Carlos Slim es muy superior a la de Donald Trump. Mientras la del mexicano -después de haber caído del pedestal como el hombre más rico del mundo- se calcula en 50 mil millones de dólares, la del estadounidense no sobrepasa los 3 mil 900 millones de dólares.
Pero si bien el peso económico del mexicano puede influir en el rumbo de los negocios entre los dos países, el peso político del estadounidense es determinante. Donald Trump se convertirá en el presidente del país más poderoso del orbe, y sus ideas xenófobas y racistas pueden resultar nefastas para México.
No es extraño que la reunión haya sido buscada y promovida por Slim. El empresario mexicano ha prestado sus buenos oficios políticos y diplomáticos anteriormente, cuando fue a tranquilizar los ánimos volátiles de la gente de Wall Street ante la ruidosa caída del peso mexicano en 1994. En ese entonces, el presidente Ernesto Zedillo se mostró agradecido con el empresario.
Y ahora, ante el inminente ascenso de Donald Trump, hay que poner también sobre el tablero político que en México habrá elecciones en 2018. Y Carlos Slim, por cierto, es muy amigo de Andrés Manuel López Obrador. El tabasqueño le ofreció en bandeja de plata -cuando era el Jefe de Gobierno del D.F.- los bienes raíces del Centro Histórico.