En las regiones más frías de Siberia se bebe loción y perfume. Es bien sabido que Rusia ocupa el primer lugar mundial en alcoholismo, pero la falta de vodka puede llevar a la muerte en cuestión de minutos. En la ciudad de Irkutsk, puerta de entrada al Lago Baikal, 72 personas murieron por ingerir un perfume que se expone en las vitrinas con un alto grado de alcohol, y el gobierno ha decretado su retiro inmediato.
La relación de los rusos con el alcohol ha sido tema de literatura, flagelo de la nación y una preocupación constante de los gobiernos. En la época del deshielo de Mikhail Gorvachev, el Kremlin prohibió el alcohol con la intención de salvar vidas, pero la venta y bebida de lociones y artículos de limpieza caseros incrementó las muertes.
En la ciudad de Irkutsk -que tiene 620 mil habitantes-, la pobreza sigue siendo una constante desde la época de los zares. Contra ella no han podido ni la revolución bolchevique ni el neocapitalismo de Vladimir Putin. Y como el beber alcohol es parte de los usos y costumbres de la población, los más pobres se abalanzan sobre las lociones y perfumes. El medio litro de vodka cuesta, por los menos, 3 dólares. El litro de loción y los artículos de limpieza, en cambio, cuestan menos de un dólar.
El gobierno ha lanzado un llamado de alerta. El primer ministro ha puesto en marcha una campaña de confiscación de los productos que contengan metanol, el alcohol que se utiliza en los anticongelantes y que contienen los perfumes. El metanol es veneno puro en las gargantas de los infelices. De inmediato, por órdenes de Dmitri Medvedev, se confiscaron más de 2 mil botellas. El alcalde de la ciudad ha decretado el estado de emergencia.
La tragedia parece farsa: ahora los indigentes llevan entre sus andrajos el aroma de las lociones. Es la nueva bebida.