Lo que sucedió en Año Nuevo en Estados Unidos no tiene nada de nuevo. Un baño de sangre de Sur a Norte, y de Este a Oeste de la nación. Dicen las estadísticas que una violencia en todo el país está cediendo, pero el cúmulo de experiencias de homicidios a mano armada son muchas.
En los primeros minutos del año, un adolescente de San Luis Missouri fue herido en una pierna por un disparo mientras jugaba. Horas después, 4 personas fueron heridas de muerte en diferentes barrios de la misma urbe. La ciudad recuperó su lugar como una de las más peligrosas del país. En 2017 obtuvo el primer lugar en el número de homicidios.
Pero San Luis no es la única. En Cleveland, donde un joven celebraba el Año Nuevo a balazos, accidentalmente asesinó a su novia. En Florida, cerca de Orlando, dos hombres murieron a causa de una balacera en un bar. Y en Baltimore, la ciudad que se trepó al segundo lugar en número de homicidios el año pasado, se sucedieron dos asesinatos antes del cambio del año en el calendario.
La noche para despedir el año se llenó de sangre, además de las ciudades mencionadas, en DesMoines, (Iowa), Filadelfia, Lubbock (Texas), Orlando, Kalamazoo (Michigan) y Nueva York.
Las autoridades atribuyen la violencia a la mezcla de alcohol con disparos de rifles y pistolas para celebrar. Pero la causa puede ser más simple: mientras se sigan vendiendo armas al por mayor, el número de asesinatos no va a descender.
Aunque no se celebre el Año Nuevo.
(Información de The New York Times)