Cuando se habla de corrupción en Hollywood los campos minados se refieren casi siempre al sexo y al dinero. Y a las películas, por supuesto. Pero desde que apareció en los medios el nombre de Harvey Weinstein como el mago de las producciones que se dedicaba a acosar y violar actrices, el mundo se fue acomodando en dos bandos bien definidos: por una lado, una corriente de mujeres y grupos feministas que utilizaron el hashtag #MeToo como insignia para salir del anonimato y denunciar a los agresores. Del otro lado, el viejo productor -durante muchos años venerado como icono de la cinematografía mundial- como símbolo de la violación y el atropello de los derechos de las mujeres.
El tema fue algo más que un fierro candente en los medios, porque Weinstein era un productor de cintas memorables y no siempre valoradas, como Pulp Fiction, Bastardos sin Goria, Django y Perros de Reserva -todas de Quentin Tarantino-, pero también de otras aclamadas por su perfeccionismo, como Shakespeare in Love, Pandillas de Nueva York, el Discurso del Rey y El Paciente Inglés. Y así, junto a su prestigio como productor, salió a la luz pública una lista de nombres de mujeres de las que había abusado -algunas de ellas fueron violadas-, que incluían el brillo de estrellas como Gwyneth Paltrow, Angelina Jolie, Salma Hayek, Mira Sorvino, Cara Delevigne, Kate Bekinsale, Rossana Arquette, Cate Blanchet.
Una de las víctimas, la actriz y directora italiana Asia Argento, además de denunciar el abuso que sufrió a manos de Weinstein, publicó una lista de más de un centenar de casos de abuso por parte del productor, y su anunció provocó una cadena de denuncias en serie, que incluyeron el señalamiento y la defenestración de actores y directores reconocidos -como Kevin Spacey y James Toback-, así como comediantes, periodistas y conductores de radio y televisión en diferentes países.
Pero en tierra de sátrapas y filisteos, como dicen los textos sagrados, el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra.
Hace unos días Asia Argento fue acusada de abuso sexual por Jimmy Bennett, un joven actor que participó con ella siendo un niño de 7 años en la película llamada El corazón es engañoso por sobre todas las cosas. Según Bennett, Argento lo llevó a la habitación de un hotel de Santa Mónica con subterfugios, y abusó de él cuando apenas tenía 17 años. El joven actor narró en un correo que se hizo público los pormenores del atropello, y acusó a la directora de entregarle 380 mil dólares a cambio de su silencio. Y ahora Bennett, aduciendo problemas emocionales causados por el abuso, demandó a la directora italiana por una suma de 3.5 millones de dólares.
Hasta ahora, Argento no ha respondido a la demanda ni ha hablado sobre el asunto en la prensa. Y parece que los abusos de Harvey Weinstein ya se le olvidaron.