Después de una contienda electoral reñidísima en Brasil, donde cada candidato obtuvo la mitad de los votos, Luiz Inacio Lula Da Silva fue investido por tercera vez como Presidente del país. En su primer discurso como responsable de su nuevo cargo, prometió gobernar con justicia social, combatir el hambre y el desempleo y defender el medio ambiente. Para ello, dijo que gobernaría con una tasa de cero deforestación.

Había muchos motivos para temer actos de violencia de los seguidores del mandatario anterior, el ultraderechista Jair Bolsonaro. Ese temor se consolidó con ciertas amenazas de actos terroristas en vísperas de la ascensión de Lula. No hubo nada. Sólo fue aprehendido un hombre con un machete y una bomba de gas lacrimógeno, pero sin mayores consecuencias.

Al terminar su discurso, Lula hizo una defensa radical de la democracia y sepultó con sus palabras los golpes de Estado que terminan en dictaduras militares. “Hoy nuestro mensaje a Brasil es de esperanza y reconstrucción -señaló-, si estamos hoy aquí es gracias a la conciencia democrática de la sociedad brasileña. Bajo los vientos de la redemocratización, solíamos decir: dictadura nunca más. Hoy, después del terrible desafío que hemos superado, debemos decir: democracia para siempre”.

Bolsonaro se fue entre lágrimas de sus seguidores y salió rumbo a Estados Unidos.