Una de las dos caras de la historia es la de la palabra, hablada o escrita. La otra es la de la imagen. Si bien la palabra hablada o escrita nos remite a los sucesos, las anécdotas, las tramas narradas por los protagonistas y las leyendas que se tejen para que los acontecimientos no pierdan su esencia, las imágenes son los ingredientes más importantes de la acción, los sentimientos de los hombres, el instante que pasa volando ante las miradas y se queda quieto en las fotografías.

Antonio Turok, fotógrafo de nacimiento, es un historiador sin el deseo de serlo. Sus fotografías son retazos de la historia que se desliza sin conciencia frente a nuestros ojos. Pedazos de un rompecabezas que define décadas, las tendencias en boga, ese torrente que parece fijarse por un instante en el presente para después llevárselo todo en un caudal irrefrenable.

Turok ha sido un fotógrafo documental desde hace más de cuatro décadas. Su región natural es el sureste de México, y desde ahí saltó como corresponsal de guerra a Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Sus fotografías de esos años nos hablan de dictadura y rebelión, lucha a muerte entre la guerrilla y el ejército, esperanzas truncas y victorias efímeras. Entre las tragedias de la región, la de Nicaragua ocupa un lugar célebre por su tristeza: un puñado de jóvenes sandinistas que derrocaron a un dictador lleno de oprobio (Anastasio Somoza) para colocar en el mismo sitio a otro dictador bañado en demagogia e hipocresía (Daniel Ortega).

Desde la Revolución Sandinista hasta la victoria de Donald Trump, la historia parece no tener pies ni cabeza. Y ahí están las fotos de Turok, que nos hablan de lo que quieren y no quieren los pueblos. La historia sigue sin pies ni cabeza, sin tener un objetivo tangible al cual dirigirse, pero los puños y las miradas no hablan de un flujo sanguíneo que se mantiene vivo y crece con los años.

Por eso en agosto de 2018 el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) le otorgó a Turok la Medalla al Mérito Fotográfico. Y Ahora el Museo Archivo de la Fotografía presenta Reflexiones: Entre la alegría y la desesperación, una exposición de las fotografías más representativas de Antonio Turok: las guerrillas en Centroamérica, el levantamiento zapatista y los atentados en Nueva York. No hay que perderlo de vista.