Se dice a diario que México ha avanzado mucho en equidad de género. El Congreso está representado -por primera vez en la historia- por igual número de hombres y de mujeres. A diario se acuerdan leyes que establecen la paridad en todos los ámbitos de la vida nacional. Y la participación de las mujeres se hace evidente en los procesos electorales, los medios de comunicación, las movilizaciones sociales.
Sin embargo, hay lugares en los que las mujeres siguen siendo discriminadas, y tareas donde los desempeños siguen favoreciendo notablemente a los varones. No se ha desterrado, ni mucho menos, la violencia en los hogares. En infinidad de puestos de trabajo, las mujeres ganan salario menores a los de los hombres. Y en muchos cargos de organizaciones las mujeres brillan por su ausencia.
Esto último se hizo patente en la conferencia mañanera del día de hoy, donde el presidente de la República anunció un plan de inversiones muy ambicioso para impulsar el crecimiento económico del país en los próximos años. Y ahí, en el Salón de la Tesorería del Palacio Nacional, se dieron cita los representantes de las cámaras empresariales y los empresarios más famosos de México, Carlos Slim, el Consejo Coordinador Empresarial, Antonio Del Valle, Roberto Hernández, la Asociación de Bancos de México la Concamin, Eduardo Tricio del Grupo Lala, la Concanaco y la Cámara de la Construcción, entre otros nombres y organizaciones.
Casi no había mujeres. No no en ese campo no hay paridad, sino que la participación de las mujeres fue muy escasa. ¿Es natural? Por supuesto que no. En China, un país donde la mujer caminó detrás del hombre a lo largo de la historia, hoy en día la cuarta parte del sector empresarial está constituido por mujeres.
En México no es el caso.