La política de Donald Trump hacia los mexicanos es un éxito y un fracaso. Es un éxito porque las detenciones de los migrantes, sobre todo indocumentados, registra un incremento de 38% mensual los primeros días de su mandato. Y es un fracaso porque su propuesta de construir un muro fronterizo tiene un plazo tan largo como la frontera, y porque las deportaciones han disminuido en un 12% en el mismo periodo.
¿Y dónde están los indocumentados? La inmensa mayoría están escondidos, viven en la penumbra de la nueva administración, y los que han sido descubiertos están en la cárcel. En prisiones preventivas, como les llaman. Sufriendo todo tipo de vejaciones por el hecho de ser mexicanos. Los arrestos de migrantes tienen un promedio de 400 personas cada día, y rebasan los 40 mil en los primeros 100 días de la nueva administración. Las detenciones sin orden de aprehensión se han duplicado respecto al año pasado, y las deportaciones van a la baja.
De manera que los indocumentados, hasta ahora, no regresan. Se quedan en la cárcel. Y aunque las autoridades sostienen que las tres cuartas partes de ellos tienen antecedentes criminales, sus faltas delictivas pueden ser sencillamente no tener papeles. No son violadores ni delincuentes, como dijo Trump en su campaña. Es gente que va a trabajar para tener mejores ingresos.
Hay una política del gobierno mexicano hacia los deportados. Pero a ésos, a los que están allá tras los barrotes de prisión, no hay quien les tienda la mano.