Los republicanos perdieron la elección presidencial, pero no han desaparecido. El partido republicano conserva los gobiernos de 22 estados, casi la mitad del número de diputados de la nación y el senado de la república. Son la segunda fuerza política del país, y el nuevo inquilino de la Casa Blanca sabe que no podrá gobernar sin ellos.
Con la salida de Donald Trump, los republicanos han perdido un liderazgo agresivo y vociferante, que en el fondo los distanció de todas las naciones, les hizo perder credibilidad para resolver los problemas que aquejan al mundo y muchas veces los puso en ridículo con sus posturas altisonantes y radicales.
No hay que olvidar que, en el inicio de la pandemia del coronavirus, Trump sostuvo que se trataba de un mito, un engaño de los demócratas para desviar la atención hacia problemas que no existen. Lo mismo dijo del cambio climático. Tampoco hay que olvidar que el coronavirus sigue cobrando vidas en su propio país, y que el cambio climático sigue calentando a la Tierra y provocando una mayor fuerza destructiva en los huracanes y las inundaciones que producen.
Em realidad, con la salida de Trump los republicanos ganaron un mayor equilibrio político.
Estados Unidos ganó racionalidad en las políticas que saldrán de Washington.
Y el mundo ganó una mayor estabilidad para resolver sus problemas.