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Vacaciones a la Putin

Es verano en Rusia. Las aguas de sus grandes lagos siguen heladas, pero hay un poco de sol en sus orillas. Por eso el presidente de la nación más grande del mundo, Vladimir Putin, se fue de vacaciones a sus aguas, como cualquier otro trabajador del Estado. Iba con su traje de baño y sus lentes de sol. Lo malo es que no fueron vacaciones. Su viaje a los lagos de la república de Tyva, al sur de Siberia, fue una ráfaga veraniega de tres días –de martes a jueves- llena de metralla fotográfica, muy escuetos boletines, imágenes a lo macho, publicidad descarada.

Putin estuvo nuevamente –como en los viejos tiempos- mostrando al mundo su musculatura. Un tórax reblandecido por el paso del tiempo, pero sin las lonjas de sus congéneres de sesenta años. Un cuerpo que sigue cabalgando, corriendo, nadando, buceando, mirando inamovible hacia el futuro desde la proa de su lancha. En una parte de su vacación, lo acompañó el Secretario de Defensa, Sergei K. Shoigu, otra figura relativamente atlética. Su vocero Dmitri S. Peskov también iba a su lado. Mientras el Secretario de Defensa participó tímidamente en la recolección de hongos por el bosque, el vocero se encargó de difundir la persecución del presidente tras un lucio –un largo pez de agua dulce- que duró más de dos horas.

No fueron vacaciones. Fue un trabajo de publicidad muy bien elaborado, en donde el presidente Putin lució nuevamente su fortaleza física, su entusiasmo deportivo, su aguante bajo el agua.

El mensaje fue claro: hay presidente para rato.

Por lo pronto, Putin ya demostró su fuerza  política al sacar del país a un ejército de 755 diplomáticos y técnicos norteamericanos, como pronta respuesta a las sanciones impuestas por Estados Unidos.

Y vean: mientras el presidente de Rusia luce todo su vigor en los bosques fríos e iluminados de Siberia, Donald Trump vacaciona jugando golf, un deporte ligero y adecuado para su avanzada edad.

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