De joven, obsesionado con e idioma inglés, Jack Ma pedeleaba con afán su bicicleta en la ciudad de Hangzhou, muy cerca de Shanghai en China, para llevar visitantes a los sitios turísticos de la localidad y así -ése era su verdadero objetivo- poder practicar su inglés.
Era un joven entusiasta, como muchos de su generación, y lleno de aspiraciones. Pero su carrera no tuvo la suerte que merecía. Para ingresar a la universidad, tuvo que aplicar durante cuatro años seguidos, hasta que alcanzó los puntos requeridos. Se graduó en 1988 con una licenciatura en inglés, y hasta 2006 en administración. Y al salir a buscar trabajo no le fue mejor. Fue rechazado, llevando la cuenta, en 30 trabajos distintos. En sus fracasos coleccionó de todo, desde instituciones académicas renombradas hasta las cadenas de alimentos. Fue rechazado por la policía de su localidad, por la Harvard Business School y el Kentucky Fried Chicken.
Pero en 1995, sin tener idea de los que caía en sus manos, Jack conoció el Internet. Algo que en China prácticamente no existía. Por eso inventó junto con un colega una página elemental sobre su país, y se dio cuenta de que en cuestión de minutos le llovieron visitas. Los empresarios, también en estado germinal, querían acercarse al invento. Jack inició algo de mayor alcance: elaborar páginas web para las empresas. Y empezó a ganar dinero.
A finales del siglo, Jack regresó a su ciudad natal y fundó Alibabá, una página dedicada a vincular a los compradores con los vendedores de cualquier producto. Y con ello abrió una gigantesca compuerta dde negocios, que posteriormente imitó Amazon. En 2014, Alibabá ingresó a Wall Street y recaudó 25 mil millones de dólares, rompiendo todos los récords históricos y provocando el cierre momentáneo de la bolsa de valores. Fue una venganza para todos los que le cerraron las puertas al empresario chino.
Hace unos días, Jack Ma anunció su retiro de Alibabá. Declaró que se va a dedicar a actividades filantrópicas orientadas a la educación. Ya no quiere hacer más dinero. Tiene 36 mil millones de dólares, y está catalogado como el número 21 en la lista de los multimillonarios de Forbes. Es, por supuesto, el hombre más rico de China. «Lo que más me gusta es dar clases», dijo.
Jack Ma no tuvo ninguna herencia. Luchó por su propia educación. No la tuvo fácil. Hizo su fortuna con su talento. Fue rechazado por decenas de empresas, y nunca se dio por vencido. Y el dinero no lo atrapó en su vorágine de ambición. Es todo un ejemplo de nuestro tiempo.