Cuando miro con fervor
el corazón de una flor
ni la arranco ni la tenso,
ni en sus colores yo pienso
pues no soy un pensador
Cuando miro su color
avivado de verdor
no hay vocablo ni rezo,
no hay palabra ni verso
que empañe su resplandor.
Cuando miro una flor
mucho me estorba el seso.
Para mirar una flor
me bastan ojos y amor.