Nunca se había visto algo así. Ayer, 6 de enero de 2021, desde temprano miles de manifestantes empezaron a llegar a Washington desde todos los rincones de país, para impedir el certificado del voto electoral que se realizó el pasado mes de noviembre. La turba fue enardecida por Donald Trump, quien sigue siendo presidente hasta que entregue la Casa Blanca el próximo 20 de enero. Y la turba rompió ventanas, ingresó al Capitolio como si fuera una ciudad enemiga, destrozó lo que encontró a su paso y marcó el día más violento y lamentable de la historia reciente de Estados Unidos.
Al final de la toma del Capitolio, Joe Biden fue certificado como el presidente número 46 de Estados Unidos, y después de los destrozos Trump llamó a sus huestes a volver a sus casas «en paz». Nunca se retractó de haber dicho que «la elección fue robada», y nunca condenó la violencia de sus seguidores. Lo más decente que pudo decir es que habrá «una transición ordenada.»
Nunca un presidente de Estados Unidos había incendiado la capital del país con sus mentiras.