El conflicto entre el gobierno federal y la CNTE tiene que terminar a la brevedad. Parece una tarea imposible, porque a medida que pasa el tiempo los enfrentamiento se recrudecen, las pérdidas de tiempo y dinero se incrementan y los visos de arreglo se ven muy lejanos. Lo más cercano parecen ser las soluciones de fuerza. Y el próximo lunes 22 será una fecha clave.
Aunque nadie quiere la repetición de otro episodio como el de Nochixtlán, todos los indicios apuntan en esa dirección. En ese punto oscuro del hermoso estado de Oaxaca nadie sabe a ciencia cierta que sucedió, pero los enfrentamientos arrojaron 8 muertos y 200 heridos. Y la historia puede repetirse. La CNTE dice envalentonada que no se moverá. Que no habrá clases, y que continuarán los bloqueos. Y muchos sectores, entre ellos los empresarios, urgen al gobierno a tomar una solución radical, que implica impedir a garrotazo limpio los cierres de escuelas, calles y carreteras, y encarcelar a los que quieran quebrar el orden y la ley.
En este río revuelto muchos sectores quieren participar, los que participan cambian de postura, y la confusión se adueña del resto de la población. Para el presidente de la Coparmex, lo que suceda el próximo lunes es definitivo. ‘‘No debe mantenerse la tolerancia -señaló-, porque cuando la tolerancia es excesiva se vuelve permisividad y la permisividad, si continúa en el tiempo, se puede volver hasta complicidad, de tal manera que hay una tolerancia excesiva de parte del Estado mexicano’’. Por su parte el Poder Judicial, como parte del Estado mexicano, cambia de posición de acuerdo a los vientos políticos. Por eso acusó y encarceló a los líderes de la CNTE, y después los soltó como si nada hubiera pasado. La periodista Denise Dresser, que originalmente había apoyado a la CNTE, en el propio foro de dicha organización criticó su radicalización y cuestionó abiertamente la violencia, los incendios, los plantones, la herencia y venta de plazas, las comisiones y el uso electoral del magisterio. En Acapulco el secretario estatal de Educación, José Luis González de la Vega, señaló que serán levantadas diversas actas en contra de los profesores que causaron todo tipo de destrozos el pasado martes en las oficinas alternas de la dependencia en Chilpancingo. Mientras tanto en Chiapas, los maestros de las secciones 7 y 40 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) se adueñaron por tercer día consecutivo cinco edificios públicos en Tuxtla Gutiérrez. Se apoderaron de la Secretaría de Educación estatal, la Subsecretaría de Educación Federalizada, el Instituto Nacional de Evaluación y las oficinas de planeación educativa. En la Torre Chiapas, bloquearon toda la avenida. Otro grupo, apoyado por estudiantes normalistas, se apoderó de la caseta de peaje de la carretera de cuota Tuxtla Gutiérrez–San Cristóbal de las Casas para pedir dinero a los automovilistas.
Dos voces importantes se han manifestado recientemente. Una es la del rector de la UNAM, que urgió a privilegiar el diálogo y abandonar posturas radicales, y otra es la de Raúl González Pérez, presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que llamó al gobierno federal y a la CNTE ‘‘a tener como eje rector el que no se afecte a terceros, sobre todo a niños y adolescentes’’.
Al parecer, lo inminente es el choque. ¿Qué sucedería si uno de los bandos cede? ¿Si el gobierno, en una jugada por lo demás audaz, dice a la CNTE que si no quieren exámenes no los tendrán, exponiéndolos como un sector que pretende seguir siendo el más atrasado del país?
Tal vez así se acabe con la pesadilla. Que los estados más pobres y más atrasados -Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Chiapas- no tengan exámenes para los maestros. Y que su terquedad caiga por su propio peso.