La Unión Europea entró en crisis con el Brexit, la decisión del Reino Unido de abandonarla. Pero ese movimiento parece la punta del iceberg. No solamente existen fuerzas centrífugas que buscan torpedear los lazos de unión de las naciones de Europa -como la moneda única y la apertura de fronteras laborales- sino que abren frentes de batalla en el interior de las naciones para lograr la autonomía de regiones y provincias.
Uno de los casos más sonados es el de Cataluña, que ha puesto en jaque a los gobiernos de Madrid en los últimos años. Pero no es el único. Según la propia Unión Europea, existen en el interior de sus 28 Estados miembros un conjunto de 276 regiones con pulsiones de independencia, que poseen variadas estructuras políticas como Estados, países, regiones y comunidades. Algunas, como Cataluña y Escocia, tienen sus propias oficinas de representación en Bruselas.
Junto a la fuerza del movimiento de Cataluña se encuentra el caso de Escocia, que permanece unida al Reino Unido porque los movimientos independentistas han perdido los últimos referéndums para separarla de los designios del Palacio de Buckingham. Es un caso peculiar, porque la mayoría de los escoceses aspira a permanecer unido a la Unión Europea en contra del Brexit.
Además de estos casos tan sonados se encuentran dispersos los movimientos independentistas del país vasco en España; la isla de Córcega en Francia; las regiones de Véneto y Lombardía en Italia y mucho otros más. La desintegración de la Unión Soviética propició la separación pacífica de la República Checa y Eslovaquia en 1993, y la sangrienta guerra en Yugoslavia que duró toda una década (1991-2001) y desgarró al país en 6 naciones distintas.
La historia de Europa, cuna de la civilización occidental, sigue sin tener un centro unificador como lo fueron los antiguos imperios.