En su proyecto económico, Hillary se está inclinando a la izquierda. En la cerrada lucha entre los que buscan la reducción del Estado para que el mercado imponga sus reglas y los que se afanan por darle al Estado nuevas atribuciones para combatir la desigualdad social, la puntera de los Demócratas aparece claramente entre los últimos.
Su plataforma económica, que expondrá en los próximos días, es una muestra palpable de ello. Sus ideas más ambiciosas son la obligatoriedad de mandar a prekinder a todos los niños de 4 años de edad, la expansión del cuidado infantil para las madres, el pago obligatorio de las empresas a los empleados enfermos, la liberación de las deudas a los estudiantes de secundaria y preparatoria, el aumento salarial, el reparto de utilidades de las empresas, la protección legal para los indocumentados y un mayor financiamiento para la investigación médica.
Otros Demócratas, entre los que destaca el senador Bernie Sanders de Vermont, sostienen que una verdadera revolución económica implicaría mayores impuestos para la empresas y una verdadera tasa impositiva para las transacciones de Wall Street. Para ellos, las ideas de Hillary son muy tibias.
Mientras tanto, los republicanos afinan su estrategia de ataque. Muchos de ellos se preguntan en público: ¿y de dónde va a salir todo el dinero para los caprichos de Hillary?