La moda entre los hospitales de lujo es brindar servicios de hotel: valet a la entrada con uniforme, Wi-Fi sin limites, pantallas gigantes de TV con canales de todo el mundo, masajes de diferentes estilos, amplios gimnasios, servicios al cuarto las 24 horas, maquinitas de café expreso, albercas, spas. En Estados Unidos son una moda cada vez más extendida, y en México son apenas unos cuantos.

Estos hospitales han generado un debate muy intenso, justo cuando en Estados Unidos se abrirán nuevos controversias sobre los sistemas de salud. Las discusiones se centran en dos grandes temas. El primero es sobre los objetivos de los hospitales y de la medicina en general. ¿Sirven los hospitales para curar las enfermedades, o son centros vacacionales? En The New York Times una periodista pone sobre la mesa de discusiones el recorte de enfermeras que hacen los hospitales para poder sufragar los servicios de hotelería, y la importancia que tienen las enfermeras para brindar atención personalizada a los pacientes.

El segundo tema es, no por ser más obvio, menos importante: se refiere a la clientela selectiva de estos hospitales, que es el sector de mayores ingresos. Estos hospitales no son para las clases medias. Menos aún para los pobres. Algunos analistas señalan que así es el capitalismo, y que la división en clases sociales no puede separarse de los servicios prestados en el mercado. Y otros analistas, más inclinados al humanismo, sostienen que dejar el sistema de salud en manos de la mercadotecnia y el lucro es renunciar a los principios básicos de la medicina, y que no hace falta convertir a los hospitales en hoteles para vacacionar. Para eso, precisamente, están los hoteles.