Mientras los republicanos se han desgastado por la vaga respuesta que ha desplegado la Casa Blanca ante la pandemia del coronavirus, los demócratas se unen cada vez más en torno a su candidato.
Antes de la aparición de Joe Biden como la figura central del Partido Demócrata para las próximas elecciones del 3 de noviembre, muchos analistas se preguntaban si su pasado -vinculado a la personalidad de Barack Obama y sin un programa propio capaz de llamar a las urnas a los sectores de izquierda del partido- no sería un obstáculo para que obtuviera la candidatura, primero, y la presidencia de la república, a unos meses de distancia.
Las encuestas muestran que Joe Biden no enfrenta deserciones serias de su flanco izquierdo. Los seguidores de Bernie Sanders y de Elizabeth Warren, que criticaron originalmente a Biden por su tibieza para proponer cambios en la estructura fiscal y la desigualdad social del país, ahora han cerrado filas en torno a la figura emergente de su candidato.
En este movimiento, influye decisivamente la animadversión al presidente Donald Trump por sus contradicciones al tratar cualquier tema, pero especialmente su política hacia los migrantes. En ese terreno, como en muchos otros, Trump aparece como el principal enemigo de sí mismo.