Hace cerca de ocho años, cuando fue electo Barack Obama como candidato del partido demócrata a la presidencia de Estados Unidos, muy pocos entendían el complejo sistema electoral de ese país. Lo que llamaba la atención entonces es que hubiera ganado la nominación, por primera vez, un ciudadano negro.
Las elecciones internas de los candidatos que habrán de representar a los dos partidos norteamericanos, demócratas y republicanos en la contienda del próximo noviembre para la elección presidencial de ese país, han sido seguidas mucho más de cerca en el mundo y en México y, probablemente también, más comprendidas. Aunque la serie House of Cards algo haya contribuido, ha sido la candidatura de Donald Trump la que ha motivado un mayor interés, por lo menos en México, por la forma, llena de desprecio, en que se ha referido a los inmigrantes del país.
Cuando Trump comenzó su campaña muy pocos pensaban que llegaría tan lejos; ahora, asustados, muy pocos quieren pensar que podría ganar en las próximas elecciones aunque lo toman ya más en serio. Tan en serio que el propio Bernie Sanders apoyó abiertamente a Hillary Clinton en la convención demócrata.
Destacó, sin embargo, el espaldarazo de la primera dama Michelle Obama quien recordó, mediante un discurso muy eficaz, esa larguísima y nefasta historia de oprobios que ha sufrido el pueblo negro en el mundo a pesar de la cual, un hombre negro, ocupa la presidencia de su país. ¿Será que ahora le corresponda por primera vez a una mujer?